14 1 Pasados tres años, Yahudáh y su gente se enteraron de que Demetrio, hijo de Seleuco, había desembarcado en el puerto de Trípoli con un poderoso ejército y una flota, 2y que, después de hacer matar a Antíoco y a Lisias, su tutor, se había apoderado del país. 3Un cierto Alcimo, que anteriormente había sido kohen ha gadol, pero que en lugar de evitar el contacto con los paganos había voluntariamente incurrido en impurezas, comprendiendo que de ningún modo podía salvarse ni vo lver a oficiar en el altar Kadosh, 4se entrevistó con el rey Demetrio hacia el año ciento cincuenta y uno; le regaló una corona de oro, una palma y, además, los ramos de olivo que era costumbre que el Templo ofreciera; y por el momento no dijo palabra. 5 Pero encontró una ocasión propicia para sus insensatos propósitos: Demetrio lo llamó a una reunión de sus consejeros, y le preguntó sobre las disposiciones y planes de los Yahudim. Alcimo respondió: 6“Los Yahudim llamados Hasidim, cuyo jefe es Yahudáh Maccaba, fomentan la guerra y la revolución, y no dejan que haya tranquilidad en el reino. 7Así, yo, aunque me han quitado mi dignidad hereditaria, es decir, el cargo de kohen ha gadol, he venido aquí por dos motivos: 8en primer lugar, por un sincero interés en los asuntos del rey; y en segundo lugar, por el bien de mis propios conciudadanos, pues por la falta de juicio de las personas que acabo de mencionar, todo nuestro pueblo se encuentra en situación sumamente difícil. 9Aconsejo a Su Majestad que se informe bien de estas cosas, y que tome las medidas que convienen al país y a nuestro amenazado pueblo, conforme a la bondad y generosidad de Su Majestad para con todos; 10pues, mientras Yahudáh viva, será imposible que el estado goce de paz.” 11Cuando Alcimo terminó de hablar, los otros amigos del rey, que veían con malos ojos a Yahudáh, se apresuraron a excitar aún más a Demetrio. 12este eligió inmediatamente a Nicanor, capitán del escuadrón de elefantes, lo nombró jefe militar de Yahudáh y lo envió 13con la orden de matar a Yahudáh y de dispersar a los que estaban con él y restablecer a Alcimo como kohen ha gadol del más grande de los Templos. 14Los Goyim de Yahudáh que habían huido por miedo a Yahudáh, se reunieron en masa alrededor de Nicanor, pensando que sacarían provecho de la derrota y el desastre de los Yahudim. 15Al recibir noticias de la llegada de Nicanor y del ataque de los Goyim, los Yahudim esparcieron polvo sobre sus cabezas y oraron a YAHWEH, que había establecido a su pueblo para siempre y que sin cesar se había preocupado de su heredad manifestándose gloriosamente. 16Cuando su jefe les dio la orden, se pusieron en marcha desde el lugar donde se encontraban, y trabaron combate con los enemigos en el pueblo de Hadasah. 17Shimeon, hermano de Yahudáh, estaba combatiendo contra Nicanor, pero a causa de la repentina llegada de los enemigos tuvo un pequeño fracaso. 18Sin embargo, Nicanor, al conocer el valor de Yahudáh y sus compañeros, y su ánimo cuando luchaban por la patria, decidió no acudir a las armas para solucionar sus diferencias. 19Así pues, envió a Posidonio, a Teodoto y a Matatías para proponer la paz a los Yahudim. 20Después de estudiar detenidamente las condiciones, Yahudáh las comunicó al ejército, que se mostró conforme y dio su aprobación al tratado de paz. 21Fijaron un día para que los jefes se reunieran en privado. De cada ejército se adelantó un carro, y se colocaron asientos de honor. 22Yahudáh había colocado en sitios estratégicos gente armada y preparada, por temor a que de pronto los enemigos les hicieran alguna mala jugada. En la entrevista, los jefes llegaron a un acuerdo. 23Nicanor se quedó algún tiempo en Yerushalayim y se portó correctamente. Incluso despidió a los soldados que se habían reunido alrededor de él. 24Siempre tenía cerca a Yahudáh, pues sentía una gran estima por él. 25Le recomendó que se casara y tuviera hijos. Y Yahudáh se casó y disfrutó de la vida en Shalom. Se reanudan las hostilidades 26Pero Alcimo, al ver las buenas relaciones que había entre Nicanor y Yahudáh, y habiendo conseguido una copia del tratado, fue a buscar a Demetrio y le dijo que Nicanor seguía una política contraria a los intereses del estado, pues había nombrado sucesor suyo a Yahudáh, que era enemigo del reino. 27El rey se enfureció, e incitado por las calumnias de ese gran malvado, le escribió una carta a Nicanor, en la que le decía que no podía aceptar lo pactado y le ordenaba poner preso inmediatamente a Maccaba y enviarlo a Antioquía. 28Al recibir la carta, Nicanor se contrarió mucho, pues no quería faltar al pacto, ya que Yahudáh no había hecho nada malo. 29Pero, como no podía oponerse al rey, valiéndose de la astucia buscaba una ocasión propicia para cumplir la orden. 30Sin embargo, al darse cuenta Maccaba de que Nicanor se portaba duramente con él y que su trato se hacía cada vez menos amistoso, y sospechando que esa dureza no hacía esperar nada bueno, reunió un buen número de partidarios suyos y se escondió de Nicanor. 31Al darse cuenta Nicanor de que Yahudáh le había ganado limpiamente la partida, se presentó en el Templo sublime y Kadosh a la hora en que los kohanim ofrecían los sacrificios regulares, y les ordenó que le entregaran a Yahudáh. 32Ellos aseguraron con juramento que no sabían dónde estaba el hombre que Nicanor buscaba. 33Entonces este, extendiendo su mano derecha hacia el Templo, juró diciendo: “Si ustedes no me entregan a Yahudáh prisionero, arrasaré este Templo de Elohim y destruiré el altar, y en su lugar levantaré un grandioso templo al dios Baco.” 34Dichas estas palabras, se retiró. Los kohanim, levantando las manos al cielo, empezaron a suplicar de esta manera a YAHWEH, que siempre había protegido a nuestro pueblo: 35“Tú, YAHWEH, que no tienes necesidad de nada, has escogido este Templo como tu lugar de residencia en medio de nosotros. 36Ahora, YAHWEH HaKadosh, guarda siempre libre de profanación este lugar Kadosh, que hace poco fue purificado.” Muerte de Razís 37Entonces denunciaron ante Nicanor a uno de los ancianos de Yerushalayim, llamado Razís, hombre muy preocupado por el bien de sus conciudadanos, que gozaba de excelente fama y que, a causa de su generosidad para con ellos, era llamado “padre de los Yahudim.” 38Anteriormente, en tiempos de la rebelión, ya había sido acusado de defender la causa Yahudi, y él, con toda firmeza, había expuesto su cuerpo y su vida por esa causa. 39Nicanor, para hacer patente la hostilidad que sentía hacia los Yahudim, envió más de quinientos soldados para apresar a Razís, 40pues pensaba que arrestar a este hombre sería un duro golpe para los Yahudim. 41Las tropas estaban ya a punto de tomar la torre donde se encontraba Razís, y trataban de forzar la puerta de fuera, habiendo recibido órdenes de prender fuego y quemar las puertas, cuando Razís, acosado por todas partes, volvió su espada contra sí mismo, 42prefiriendo morir noblemente antes que caer en manos de aquellos criminales y sufrir injurias indignamente. 43Pero, con la prisa de la lucha, falló el golpe; entonces, cuando las tropas ya entraban por las puertas, corrió animosamente hacia lo alto de la muralla, y valientemente se lanzó sobre la tropa. 44Rápidamente los soldados se retiraron a cierta distancia, y él cayó en el espacio libre. 45Todavía respirando, lleno de ardor a pesar de estar gravemente herido, se levantó bañado en sangre, pasó corriendo por entre la tropa, se colocó sobre una alta roca 46y, casi completamente desangrado, se arrancó las entrañas y, tomándolas con las dos manos, las arrojó sobre la tropa, pidiendo al Elohim de la vida que algún día se las devolviera. De este modo murió. Derrota y muerte de Nicanor (1 Mac 7.39–50)

15 1Cuando Nicanor supo que Yahudáh y su gente estaban en la región de Shomron, decidió atacarlos sin correr ningún riesgo, aprovechando el Shabbat. 2Los Yahudim que habían sido obligados a la fuerza a ir con él, le dijeron: —No los mate usted de una manera tan salvaje y bárbara; respete el día que Elohim, que todo lo ve, honró de manera especial y dedicó como Kadosh. 3 Pero aquel desalmado preguntó si había en el cielo un Señor que hubiera mandado celebrar el día Shabbat. 4Ellos le respondieron: —El Elohim viviente, que tiene poder en el cielo, es quien nos ha mandado celebrar el séptimo día. 5Entonces replicó Nicanor: —Pues yo tengo poder en la tierra, y ordeno tomar las armas y obedecer al rey. Sin embargo, no pudo llevar a cabo su perverso deseo. 6Nicanor, en su orgullo y arrogancia, pensaba levantar un monumento público con las cosas que iba a quitar a las tropas de Yahudáh. 7 Pero Maccaba no dejaba de confiar, lleno de esperanza, en que YAHWEH les ayudaría, 8 y animaba a sus compañeros a no temer el ataque de los Goyim, sino que, recordando el auxilio que ya habían recibido de YAHWEH, esperaran que también ahora el Elohim Todopoderoso les daría la victoria. 9Les dio ánimo con las palabras de la Toráh y los profetas, les trajo a la memoria los combates que habían sostenido, y los dejó aún más animosos. 10Después de infundirles valor de esta manera, les dio instrucciones y les hizo ver la mala fe de los Goyim y su incumplimiento de los juramentos. 11Así armó a todos más con el ardor de su elocuencia que con la seguridad de los escudos y las lanzas. Les contó además una visión digna de crédito que había tenido en sueños, la cual alegró a todos. 12La visión era esta: El antiguo kohen ha gadol Oniyah, hombre bueno y excelente, de presencia modesta y carácter amable, de trato digno y dado desde su niñez a la práctica de la virtud, estaba con las manos extendidas, orando por todo el pueblo Yahudi. 13En seguida apareció otro hombre, que se distinguía por sus cabellos blancos y su dignidad; la majestad que lo rodeaba claramente indicaba que se trataba de un personaje de la más alta autoridad. 14Oniyah tomó la palabra, y dijo: “Este es Yirmeyah, el profeta de YAHWEH, el amigo de sus hermanos, que ora mucho por el pueblo y por la ciudad Kadosh.” 15Yirmeyah extendió la mano derecha, le dio a Yahudáh una espada de oro y le dijo: 16“Toma esta espada Kadosh, que YAHWEH te da; con ella destrozarás a los enemigos.” 17Reconfortados con las elocuentes palabras de Yahudáh, palabras capaces de inspirar valor y de convertir en hombres fuertes a los jóvenes, los Yahudim resolvieron no quedarse en el campamento, sino lanzarse valientemente a la ofensiva y, con todo el valor posible, luchar cuerpo a cuerpo y resolver su situación, puesto que Yerushalayim y la religión y el Templo estaban en peligro. 18El temor por sus mujeres y sus hijos, por sus hermanos y parientes, era poca cosa comparado con el que sentían por el Templo recién purificado. 19La angustia de los que quedaban en la ciudad no era menor, con la preocupación por el combate que iba a librarse a campo abierto. 20Todos esperaban el desenlace de la acción. Los enemigos ya habían concentrado sus fuerzas; el ejército estaba dispuesto en orden de batalla, los elefantes colocados en posición estratégica y la caballería situada en las alas. 21Al ver Maccaba el ejército que se acercaba, la variedad de sus armamentos y la fiereza de los elefantes, extendió sus brazos al cielo e invocó a YAHWEH, que hace prodigios, sabiendo que YAHWEH da la victoria a los que la merecen, no gracias a las armas sino según El mismo decide. 22Invocó a YAHWEH de este modo: “Tú, YAHWEH, en tiempos de Hizkiyah, rey de Yahudáh, enviaste un malaj y aniquilaste a ciento ochenta y cinco mil hombres del camp amento de Sanjeriv; 23ahora también, Elohim de los cielos, envía a tu malaj bueno delante de nosotros, para que siembre el miedo y el terror. 24Hiere con el poder de tu brazo a estos Goyim que te injurian, y que atacan a tu pueblo Kadosh.” Así terminó. 25Los soldados de Nicanor marcharon al son de trompetas y cantos de guerra; 26los de Yahudáh se lanzaron al combate con súplicas y oraciones, 27y luchando con sus manos e invocando a YAHWEH en sus corazones, dejaron tendidos a no menos de treinta y cinco mil enemigos, y quedaron muy contentos por esta intervención de YAHWEH. 28Terminado el combate, al retirarse llenos de alegría, descubrieron a Nicanor, con su armadura, muerto en la batalla. 29Entonces, en medio de gritos y aclamaciones, alabaron a YAHWEH en su lengua materna. 30Y Yahudáh, que se había entregado todo entero, en cuerpo y alma, a luchar en primera fila por sus conciudadanos, sin perder el afecto que desde joven había sentido por su pueblo, ordenó que le cortaran la cabeza a Nicanor y el brazo derecho, y que los llevaran a Yerushalayim. 31Yahudáh mismo fue a Yerushalayim, y después de reunir a sus conciudadanos y a los kohanim, se colocó delante del altar, mandó llamar a los que estaban en la ciudadela 32y les mostró la cabeza del impío Nicanor y el brazo que él, insultando a YAHWEH, había dirigido lleno de arrogancia contra el Templo Kadosh del Todopoderoso; 33después le cortó la lengua al impío Nicanor, y ordenó que la hicieran pedazos y se la dieran a las aves de rapiña, y que colocaran el brazo delante del Templo, en pago de su locura. 34Todos, entonces, mirando hacia el cielo y alabando a YAHWEH, que se había hecho presente, dijeron: “¡Alabado sea YAHWEH, que ha conservado puro su Templo!” 35Yahudáh colgó de la ciudadela la cabeza de Nicanor, como señal clara y patente para todos del auxilio de YAHWEH, 36y todos, de común acuerdo, decidieron no dejar pasar ese día sin recordarlo, sino celebrar como Festividad el día trece del mes doce, llamado en idioma arameo Adar, día anterior a la fiesta de Purim. Conclusión 37Así sucedieron las cosas relativas a Nicanor; desde entonces la ciudad ha estado en poder de los Hebreos. Y yo termino aquí mi narración. 38Si está bien escrita y ordenada, esto fue lo que me propuse. Si es mediocre y sin valor, solo eso fue lo que pude hacer. 39Así como no es agradable beber vino ni agua solos, en tanto que beber vino mezclado con agua es sabroso y agradable al gusto, del mismo modo, en una obra literaria, la variedad del estilo agrada a los oídos de los lectores. Y con esto termino mi relato. 


 

13 1En el año ciento cuarenta y nueve llegó a oídos de Yahudáh que Antíoco Eupátor venía hacia Yahudáh con gran cantidad de soldados, 2y que con él venía Lisias, su tutor y encargado del gobierno, con un ejército de ciento diez mil soldados Griegos de infantería, cinco mil trescientos de caballería, veintidós elefantes y trescientos carros provistos de cuchillas en los ejes. 3A estos se les unió Menelao, quien con mucha astucia incitaba a Antíoco, pensando no en la salvación de su patria sino en conservar su puesto. 4Pero YAHWEH, Rey de reyes, hizo que Antíoco se enojara contra ese criminal. Lisias demostró al rey que Menelao era el causante de todos los males; entonces el rey mandó que lo llevaran a la ciudad de Berea y que le dieran muerte en la forma que allí se acostumbra. 5Hay en Berea una torre de veintidós metros de altura, llena de ceniza, provista de un aparato giratorio, inclinado por todas partes hacia la ceniza. 6Cuando alguien comete un robo en un templo o algún otro crimen muy grave, le dan muerte arrojándolo de allí. 7De esta manera, y privado de sepultura, murió el malvado Menelao; 8 y exactamente como lo merecía, pues había cometido muchos pecados contra el altar, cuyo fuego y ceniza son puros; así, en la ceniza encontró la muerte. La paz con Antíoco Eupátor (1 Mac 6.31–63) 9El rey Antíoco venía, pues, con la salvaje intención de causar a los Yahudim peores sufrimientos que su padre. 10Al saberlo, Yahudáh recomendó a la gente que orara a YAHWEH día y noche, para que una vez más los ayudara, pues iban a perder la Toráh, su patria y el Templo Kadosh; 11 y también para que no permitiera que el pueblo, que solo ahora empezaba a tener respiro, cayera en manos de Goyim que injuriaban a YAHWEH. 12Todos juntos cumplieron la orden, y durante tres días suplicaron a YAHWEH misericordioso con lágrimas y ayunos, e inclinados y con la frente en el suelo. Entonces Yahudáh les habló para animarlos, y les mandó que se reunieran con él. 13Pero después de una reunión privada con los ancianos, resolvió ponerse en marcha y, con ayuda de YAHWEH, solucionar la situación, sin esperar a que el ejército del rey invadiera Yahudáh y se adueñara de Yerushalayim. 14Habiendo confiado al creador del mundo el éxito de su campaña, animó a sus soldados a combatir valientemente, hasta la muerte, por las leyes, el Templo, la ciudad, la patria y sus costumbres propias; y estableció su campamento cerca de la ciudad de Modín. 15Dándoles como contraseña las palabras “Victoria de YAHWEH”, Yahudáh atacó de noche el campamento del rey con un grupo de los mejores jóvenes; dio muerte a dos mil soldados, y sus hombres mataron al más grande de los elefantes, lo mismo que a su guía. 16Finalmente, llenaron de terror y confusión el campamento y se retiraron triunfantes. 17Al amanecer, todo estaba ya terminado, gracias a la ayuda que YAHWEH dio a Yahudáh. 18Cuando el rey experimentó la audacia de los Yahudim, intentó atacar sus fortalezas valiéndose de la astucia. 19Avanzó hacia Beit-Tzur, lugar fortificado de los Yahudim, pero fue rechazado; fracasó y resultó vencido. 20Yahudáh envió provisiones a la guarnición; 21pero Ródoco, un soldado Yahudi, informaba de los secretos a los enemigos. Cuando lo descubrieron, lo arrestaron y lo ejecutaron. 22Por segunda vez el rey entró en conversaciones con los de BeitTzur; hicieron un tratado, en el que mutuamente se daban garantías, y él se retiró. Entonces atacó a Yahudáh y a sus soldados, pero fue derrotado. 23En este momento se enteró de que Filipo, que había quedado a cargo del gobierno, se había rebelado en Antioquía. Asustado, el rey llamó a los Yahudim, aceptó un acuerdo con ellos y juró respetar las condiciones justas; después de esta reconciliación, ofreció un sacrificio, rindió honores al Templo y se mostró generoso con el Lugar Kadosh. 24Recibió bien a Maccaba, dejó a Hegemónidas como jefe militar de la región, desde Tolemaida hasta Gerra, 25y se fue después a Tolemaida. Pero los habitantes de esta ciudad, que no estaban contentos con el tratado, se indignaron y quisieron anular el convenio. 26Entonces Lisias subió a la tribuna, defendió el convenio lo mejor que pudo y los convenció, calmándolos y dejándolos bien dispuestos, después de lo cual regresó a Antioquía. Así terminó el ataque del rey y su retirada. 7. Lucha con Nicanor (14.1—15.39) Pacto entre Yahudáh y Nicanor (1 Mac 7.1–38)


12 1 Hechos estos tratados, Lisias volvió a donde estaba el rey, mientras que los Yahudim se dedicaban a sus labores agrícolas. 2Pero algunos jefes militares del lugar, Timoteo, Apolonio hijo de Geneo, y también Jerónimo y Demofón, a los que hay que añadir a Nicanor, comandante de las tropas de Chipre, no dejaban que los Yahudim tuvieran paz ni tranquilidad. 3Además, los habitantes de la ciudad de Yafo cometieron un gran crimen. Invitaron a los Yahudim que allí vivían, a subir con sus mujeres y sus hijos a unos barcos que ellos mismos habían amarrado allí cerca, como si no hubiera entre ellos enemistad ninguna, 4sino como por cumplir un decreto dado por los habitantes de la ciudad. Los Yahudim, deseosos de paz y sin sospechar nada, aceptaron; pero cuando salieron a mar abierto, los de Yafo los hundieron. Eran no menos de doscientas personas. 5Cuando Yahudáh supo de la crueldad que habían cometido con sus compatriotas, alertó a los hombres que estaban con él, 6e invocando a YAHWEH, justo juez, marchó contra los asesinos de sus hermanos. De noche prendió fuego al puerto, incendió los barcos y mató a quienes se habían refugiado en el puerto. 7Como las puertas de la ciudad estaban cerradas, se fue, con el propósito de volver más tarde y exterminar a todos los habitantes de Yafo. 8Pero al saber que los habitantes de Jabnia querían hacer lo mismo con los Yahudim que vivían allí, 9cayó de noche sobre la ciudad e incendió el puerto y la flota, de manera que el resplandor de las llamas se veía desde Yerushalayim, a una distancia de cuarenta y tres kilómetros. Campañas en Gilead (1 Mac 5.9–68) 10Yahudáh y sus soldados se habían alejado de allí algo más de un kilómetro y medio en una expedición contra Timoteo, cuando cayeron sobre ellos por lo menos cinco mil Árabes de a pie y quinientos de a caballo. 11Se trabó un violento combate, pero los soldados de Yahudáh, con la ayuda de YAHWEH, consiguieron la victoria. Los Árabes, vencidos, pidieron a Yahudáh hacer las paces, y prometieron suministrar ganado a los Yahudim y prestarles ayuda de allí en adelante. 12 Yahudáh, comprendiendo que en realidad los Árabes podían serles útiles en muchas cosas, aceptó hacer las paces con ellos. Después de este convenio, los Árabes se retiraron a sus tiendas. 13Yahudáh atacó también a Caspín, ciudad fortificada, rodeada de terraplenes y murallas, y habitada por gente de diversas naciones. 14Los habitantes, confiados en la fortaleza de sus murallas y en su provisión de víveres, se mostraron insolentes contra Yahudáh y sus soldados; los insultaban, y además injuriaban a YAHWEH y decían palabras horribles. 15Yahudáh y sus soldados invocaron a YAHWEH, Soberano de todo el universo, que sin aparatos ni máquinas de guerra destruyó Yerijo en tiempos de Yahoshúa, y con violencia salvaje se lanzaron contra las murallas. 16YAHWEH quiso que tomaran aquella ciudad, en la que hicieron una matanza espantosa, a tal punto que el estanque vecino, que tiene trescientos sesenta metros de ancho, aparecía lleno de la sangre derramada. 17Alejándose de allí ciento treinta y cinco kilómetros, llegaron a la ciudad de Cárax, donde viven los Yahudim llamados Tubiim. 18No encontraron allí a Timoteo, pues se había ido de aquella región sin alcanzar éxito alguno; pero había dejado en algún lugar una guarnición bastante fuerte. 19Entonces Dositeo y Sosípatro, generales de Maccaba, marcharon contra la guarnición y mataron a los hombres que Timoteo había dejado en la fortaleza, que eran más de diez mil. 20Maccaba, por su parte, distribuyó su ejército en compañías, les nombró jefes y atacó a Timoteo, que tenía ciento veinte mil soldados de infantería y dos mil quinientos de caballería. 21Informado Timoteo del avance de Yahudáh, envió primeramente las mujeres y los niños y todo el equipaje hacia un lugar llamado Carnáin, sitio muy seguro y de difícil acceso, pues todos los pasos eran muy estrechos. 22Apenas apareció la primera compañía de Yahudáh, el miedo y el terror se apoderaron de los enemigos, porque YAHWEH, que todo lo ve, se les manifestó. Se dieron a la fuga en todas direcciones, de tal manera que con frecuencia se herían unos a otros y se atravesaban con sus propias espadas. 23Yahudáh los persiguió con la mayor energía, y pasó a cuchillo y aniquiló a treinta mil de aquellos criminales. 24El mismo Timoteo cayó en manos de los soldados de Dositeo y Sosípatro; pero con mucha astucia les pidió que lo dejaran libre, pues tenía como rehenes a los padres y hermanos de muchos de ellos, a los cuales no se les tendría ninguna consideración. 25Por fin, tras largos discursos en que les prometió que devolvería sanos y salvos a aquellos Yahudim, Timoteo los convenció, y ellos lo dejaron en libertad a fin de salvar la vida de sus parientes. 26Yahudáh se dirigió luego a Carnáin y al templo de la diosa Atargatis, y degolló a veinticinco mil hombres. 27Después de esta victoria y de la matanza que hizo, marchó contra Efron, ciudad fortificada, donde vivían Lisias y gente de diversas naciones. Jóvenes fuertes, colocados delante de las murallas, las defendían con valor, y dentro había abundante provisión de máquinas de guerra y proyectiles. 28Pero, después de invocar a YAHWEH, que con su poder destroza las fuerzas de los enemigos, los Yahudim se apoderaron de la ciudad y mataron como a veinticinco mil personas que en ella había. 29De allí se pusieron nuevamente en marcha y se dirigieron a Escitópolis, ciudad que dista ciento ocho kilómetros de Yerushalayim. 30Pero como los Yahudim que vivían allí les informaron de que los habitantes de Escitópolis habían mostrado buenos sentimientos para con ellos y los habían tratado bien en momentos difíciles, 31Judas y sus soldados les dieron las gracias y les recomendaron que en adelante mantuvieran las mismas buenas relaciones con los Yahudim. Llegaron a Yerushalayim cuando ya estaba cerca la Festividad de Shavuot. Campaña contra Gorgias 32Después de esta Festividad, se pusieron en marcha contra Gorgias, jefe militar de la región de Edom. 33Este se presentó al combate con tres mil soldados de infantería y cuatrocientos de caballería. 34Se trabó el combate, y cayeron algunos Yahudim. 35Entonces Dositeo, un valiente soldado de caballería, Yahudi de Tubi, agarró a Gorgias por el manto y empezó a arrastrarlo con fuerza, con intención de capturar vivo a este infame; pero un jinete de Tracia se lanzó contra Dositeo y le cortó el brazo, y así Gorgias pudo huir a la ciudad de Maresá. 36Los soldados de Azaryah, que llevaban mucho tiempo combatiendo, estaban muy cansados. Entonces Yahudáh suplicó a YAHWEH que se pusiera de parte de ellos y los guiara en la batalla. 37Empezó a cantar himnos en su lengua materna, lanzó el grito de guerra y, cayendo de repente sobre los soldados de Gorgias, los puso en fuga. Sacrificio por los muertos 38Yahudáh reunió su ejército y se fue a la ciudad de Adulam. Al acercarse el séptimo día de la semana, se purificaron según su costumbre y celebraron el Shabbat. 39Y como el tiempo urgía, los soldados de Yahudáh fueron al día siguiente a recoger los cadáveres de los caídos en el combate, para enterrarlos junto a sus parientes en los sepulcros familiares. 40Pero debajo de la ropa de todos los muertos encontraron objetos consagrados a los ídolos de Jabnia, cosas que la Toráh no permite que tengan los Yahudim. Esto puso en claro a todos la causa de su muerte. 41Todos alabaron a YAHWEH, justo juez, que descubre las cosas ocultas, 42e hicieron una oración para pedir a YAHWEH que perdonara por completo el pecado que habían cometido. El valiente Yahudáh recomendó entonces a todos que se conservaran limpios de pecado, ya que habían visto con sus propios ojos lo sucedido a aquellos que habían caído a causa de su pecado. 43Después recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Yerushalayim, para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Hizo una acción noble y justa, con miras a la resurrección. 44Si él no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertos, hubiera sido innecesario e inútil orar por ellos. 45Pero, como tenía en cuenta que a los que morían piadosamente los aguardaba una gran recompensa, su intención era Kadosh y piadosa. Por esto hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que YAHWEH les perdonara su pecado. Muerte de Menelao (1 Mac 6.28–30) 

11 1Muy poco tiempo después, Lisias, tutor y pariente del rey y encargado del gobierno, muy preocupado por los últimos acontecimientos, 2reunió cerca de ochenta mil hombres de infantería y toda su caballería, y avanzó contra los Yahudim. Su intención era convertir a Yerushalayim en ciudad de residencia de los Griegos, 3hacer que el Templo pagara impuestos como los templos de las demás naciones, y vender cada año la dignidad de kohen ha gadol. 4Pero no contaba con el poder de YAHWEH, sino que confiaba en sus millares de soldados de infantería y caballería y en sus ochenta elefantes. 5Penetrando en Yahudáh, se acercó a Be it-Tzur, fortaleza que distaba unos veinticinco kilómetros de Yerushalayim, y la atacó. 6Cuando Maccaba y sus soldados supieron que Lisias estaba atacando la fortaleza, se reunieron con todo el pueblo, y con gemidos y lágrimas pidieron a YAHWEH que enviara un malaj bueno para salvar a Yisra'el. Maccaba, que fue el primero en tomar las armas, animó a los demás para que todos juntos hicieran frente al peligro y fueran en ayuda de sus hermanos. Todos ellos, llenos de entusiasmo, se pusieron en marcha. 8Estando todavía cerca de Yerushalayim, se apareció, a la cabeza de la tropa, un jinete vestido de blanco, agitando unas armas de oro. 9Entonces todos alabaron a YAHWEH misericordioso, y tan fortalecidos se sintieron en su ánimo que estaban dispuestos a atacar no solo a los hombres, sino a las fieras más salvajes y a murallas de hierro. 10Marcharon en orden de batalla, con su defensor celestial, ayudados por la misericordia de YAHWEH. 11Se lanzaron como leones sobre los enemigos, y derribaron por tierra a once mil soldados de infantería y a mil seiscientos de caballería, y a los demás los hicieron huir. 12La mayoría de ellos se escaparon heridos y sin armas. Lisias se salvó huyendo vergonzosamente. Paz con los Yahudim (1 Mac 6.55–63) 13Pero Lisias, que no era tonto, reflexionó sobre la derrota que había recibido, y comprendió que los Hebreos eran invencibles porque tenían como aliado a Elohim Todopoderoso. Entonces les envió mensajeros 14para proponerles la paz en condiciones justas, y les prometió usar de su influencia para que el rey fuera amigo de ellos. 15Maccaba, en consideración al bien común, aceptó todo lo que Lisias proponía, y el rey concedió todo lo que Maccaba pidió por escrito a Lisias en favor de los Yahudim. 16Las cartas escritas por Lisias a los Yahudim estaban concebidas en estos términos: “Lisias saluda al pueblo Yahudi. 17yojanán y Avshalom, delegados de ustedes, me han entregado el documento transcrito más abajo, y me han pedido la aprobación de su contenido. 18Yo comuniqué al rey todo lo que era de su competencia; lo que estaba en mis manos, lo concedí. 19Si ustedes continúan mostrando buena disposición hacia los intereses del estado, yo procuraré promover en el futuro el bienestar de ustedes. 20He dado orden a sus delegados y a los míos para que se pongan de acuerdo con ustedes sobre los detalles. 21Que les vaya bien. “A los veinticuatro días del mes de Dióscoro del año ciento cuarenta y ocho.” 22La carta del rey decía lo siguiente: “El rey Antíoco saluda a su hermano Lisias. 23Ahora que mi padre ha sido trasladado a los dioses, he querido que las personas de mi reino vivan tranquilas, para que puedan dedicarse a sus asuntos. 24Pero he oído decir que los Yahudim no están de acuerdo con adoptar las costumbres Griegas, como lo quería mi padre, sino que prefieren vivir según su manera propia, y han pedido que se les permita cumplir sus leyes. 25Deseando, pues, que también esa nación viva tranquila, decido que se les devuelva el Templo y que puedan vivir según las costumbres de sus antepasados. 26Hazme el favor de enviar algunos delegados que hagan las paces con ellos, para que, conociendo mi determinación, estén tranquilos y puedan dedicarse en paz a sus asuntos.” 27La carta del rey al pueblo Yahudi decía así: “El rey Antíoco saluda al consejo de ancianos y al pueblo Yahudi. 28Deseo que ustedes se encuentren bien; yo estoy bien de salud. 29Menelao me ha manifestado que ustedes desean volver a sus hogares. 30Por consiguiente, concedo una amnistía a todos los que hayan regresado para el día treinta del mes de Xántico. 31Los Yahudim podrán comer sus alimentos especiales y seguir sus leyes como antes. Ninguno de ellos será molestado en manera alguna por las faltas cometidas anteriormente. 32Les envío, además, a Menelao, para que garantice la seguridad de ustedes. 33Que les vaya bien. “A los quince días del mes de Xántico del año ciento cuarenta y ocho.” 34También los Romanos enviaron a los Yahudim una carta en los siguientes términos: “Quinto Memio y Tito Manio, legados Romanos, saludan al pueblo Yahudi. 35Lo que Lisias, pariente del rey, les ha concedido, lo aprobamos nosotros también. 36Pero revisen ustedes cuidadosamente lo que él juzgó que debía proponérsele al rey, y envíennos luego un delegado, para que nosotros se lo expongamos al rey de una manera conveniente para ustedes, pues nos dirigimos a Antioquía. 37Por lo tanto, apresúrense a enviarnos algunos delegados, para que sepamos cuáles son las intenciones de ustedes. 38Que les vaya bien. “A los quince días del mes de Xántico del año ciento cuarenta y ocho.” Ataques de Yahudáh a las regiones vecinas


10 1Maccaba y sus seguidores, guiados por YAHWEH, reconquistaron el Templo y la ciudad de Yerushalayim; 2destruyeron los altares construidos por los Goyim en la plaza pública, y también sus lugares de culto. 3Después de purificar el Templo, construyeron otro altar, y golpeando una piedra contra otra, sacaron fuego y ofrecieron con él un sacrificio. También quemaron incienso, encendieron las lámparas y presentaron los Panes de la Presencia. Ya hacía dos años que los sacrificios se habían interrumpido. 4Después de esto, inclinados y con la frente en el suelo, pidieron a YAHWEH que no volviera a dejarlos sufrir tantas calamidades; que, en caso de pecar, los corrigiera con bondad, pero que no los entregara en manos de paganos salvajes que injuriaban a YAHWEH. 5El Templo fue purificado en la misma fecha en que había sido profanado por los paganos, es decir, el día veinticinco del mes de Quisleu. 6Y celebraron con alegría ocho días de Festividad, a la manera de la Festividad de Sukkot, recordando que poco tiempo antes la habían celebrado en las montañas y en las cuevas, donde vivían como animales salvajes. 7Por esto, llevando limones adornados con hojas, ramas frescas de árboles y hojas de palmera, cantaban himnos a YAHWEH, que había llevado a buen término la purificación del Lugar Kadosh. 8Además, toda la asamblea aprobó y publicó un decreto en el que se ordenaba que todo el pueblo Yahudi celebrara cada año estos días de Festividad. 6. Luchas con los pueblos vecinos y con Lisias (10.9—13.26) Nuevas hazañas de Yahudáh 9Después de haber contado lo referente a la muerte de Antíoco, el llamado Epífanes, 10narraremos ahora lo que sucedió en tiempos de Antíoco Eupátor, hijo del impío Antíoco Epífanes, resumiendo el recuento de los males que trajo la guerra. 11Al heredar Eupátor el reino, puso al frente del gobierno a un tal Lisias, jefe militar y gobernador de Celesiria y Fenicia. 12Antes lo había sido Tolomeo, llamado también Macrón, que fue el primero en mostrarse justo con los Yahudim y que, para reparar las injusticias cometidas contra ellos, procuró mantener con ellos relaciones pacíficas. 13Por esta razón, los amigos del rey lo acusaron ante Eupátor. Filométor le había confiado el gobierno de Chipre, pero él había huido de allí y se había pasado al lado de Antíoco Epífanes; por eso, todos lo llamaban traidor. Él, viendo que no podía ejercer con honor la dignidad de su cargo, se quitó la vida envenenándose. Campañas contra Gorgias y los Edomim (1 Mac 5.1–8) 14Cuando Gorgias fue nombrado jefe militar de la región, formó un ejército de mercenarios, y cada vez que tenía ocasión hacía la guerra a los Yahudim. 15Al mismo tiempo, los Edomim, que controlaban importantes fortalezas, hostilizaban a los Yahudim y acogían a los que huían de Yerushalayim, y procuraban fomentar la guerra. 16Los que estaban con Maccaba, después de hacer oraciones públicas y pedir a YAHWEH que les ayudara en la lucha, marcharon contra las fortalezas de los Edomim, 17las atacaron con valor y se apoderaron de la región. Rechazaron a los que combatían en las murallas, degollaron a los que cayeron en sus manos, y aniquilaron a cerca de veinte mil hombres. 18No menos de nueve mil hombres, provistos de todo lo necesario para resistir un ataque, se refugiaron en dos torres fuertemente protegidas. 19Maccaba dejó para el asalto a Shimeon, a Yosef y a Zakai, con un número suficiente de soldados, y se retiró a otros lugares en donde lo necesitaban. 20Pero los soldados de Shimeon, codiciosos de riquezas, se dejaron sobornar y aceptaron dinero de algunos de los que estaban en las torres. Recibieron setenta mil monedas, y dejaron escapar a algunos. 21Cuando le contaron a Maccaba lo sucedido, este reunió a los oficiales del ejército y acusó a los culpables de haber vendido por dinero a sus hermanos, dejando escapar a sus enemigos. 22Entonces los hizo ejecutar como traidores, e inmediatamente después tomó las dos torres. 23Tuvo éxito en toda su campaña; en las dos torres mató a más de veinte mil enemigos. Victoria sobre Timoteo y toma de Guezer 24Timoteo, derrotado anteriormente por los Yahudim, reunió un numeroso ejército de mercenarios, juntó una tropa de caballería traída de Asia, y avanzó para tomar Yahudáh por las armas. 25Maccaba y su gente, al acercarse Timoteo, hicieron súplicas a YAHWEH, se echaron polvo sobre sus cabezas y se vistieron con ropas ásperas. 26De rodillas sobre la base anterior del altar, pedían a YAHWEH que tuviera compasión de ellos, y que fuera enemigo de sus enemigos y se opusiera a quienes se oponían a ellos, como claramente lo dice la Toráh. 27Terminada la oración, tomaron las armas y se alejaron bastante de la ciudad. Cuando estuvieron cerca de sus enemigos, se detuvieron. 28Empezaba a salir el sol cuando los dos ejércitos trabaron combate. Además de confiar en su valor, los Yahudim ponían la garantía del buen éxito y de la victoria en el recurso a YAHWEH; los paganos hacían de su furor la guía para el combate. 29En lo más recio de la batalla, los enemigos vieron en el cielo a cinco hombres majestuosos, montados en caballos con frenos de oro, que, poniéndose a la cabeza de los Yahudim, 30se colocaron alrededor de Maccaba, y lo protegían con sus armas y lo defendían para que nadie lo hiriera. También lanzaban flechas y rayos sobre los enemigos, que, ciegos y aturdidos, se dispersaron en gran desorden. 31Veinte mil quinientos soldados de infantería y seiscientos de caballería fueron degollados. 32Timoteo huyó a Gue zer, fortaleza muy protegida, que estaba bajo el mando de Quereas. 33Maccaba y su gente la atacaron con ánimo durante cuatro días. 34Los de dentro, confiados en la seguridad del lugar, decían palabras ofensivas e injuriosas contra Elohim. 35Pero al amanecer del quinto día, veinte jóvenes del ejército de Maccaba, enardecidos por aquellas injurias contra YAHWEH, se lanzaron varonilmente contra las murallas y mataron con furia salvaje a cuantos encontraron. 36Otros, igualmente, aprovechando esta distracción, escalaron el lado contrario, atacaron a los de dentro, pusieron fuego a las torres y las puertas, encendieron hogueras y quemaron vivos a los que habían injuriado a YAHWEH. Otros rompieron las puertas para que entrara el resto del ejército, y tomaron la ciudad. 37A Timoteo, que se había escondido en una cisterna, lo degollaron, lo mismo que a su hermano Quereas y a Apolófanes. 38Realizada esta hazaña, alabaron con himnos y oraciones a YAHWEH, que había realizado maravillas a favor de Yisra'el y les había dado la victoria. Primera campaña de Lisias (1 Mac 4.28–35)

9 1 Por aquel tiempo, Antíoco tuvo que retirarse de Persia en desorden. 2Había entrado en la ciudad llamada Persépolis, e intentado robar los objetos de culto del templo y apoderarse de la ciudad. Pero la gente se había levantado en armas, y Antíoco, derrotado por los habitantes del país, tuvo que emprender una retirada humillante. 3Cuando estaba en la ciudad de Ajmeta, se enteró de lo que había sucedido a Nicanor y a los soldados de Timoteo. 4Fuera de sí por la rabia, decidió hacer pagar a los Yahudim la humillación que le habían causado los Persas al ponerlo en fuga. Por este motivo ordenó al conductor del carro que avanzara sin descanso hasta terminar el viaje. Pero el juicio de YAHWEH lo seguía. En su arrogancia, Antíoco había dicho: “Cuando llegue a Yerushalayim, convertiré la ciudad en cementerio de los Yahudim.” 5Pero YAHWEH el Elohim de Yisra'el, que todo lo ve, lo castigó con un mal incurable e invisible: apenas había dicho estas palabras, le vino un dolor de vientre que con nada se le pasaba, y un fuerte cólico le atacó los intestinos. 6Esto fue un justo castigo para quien, con tantas y tan refinadas torturas, había atormentado en el vientre a los demás. 7A pesar de todo, Antíoco no abandonó en absoluto su arrogancia; lleno de orgullo y respirando llamas de odio contra los Yahudim, ordenó acelerar el viaje. Pero cayó del carro, que corría estrepitosamente, y en su aparatosa caída se le dislocaron todos los miembros del cuerpo. 8Así, el que hasta hacía poco, en su arrogancia sobrehumana, se imaginaba poder dar órdenes a las olas del mar y, como YAHWEH, pesar las más altas montañas, cayó derribado al suelo y tuvo que ser llevado en una camilla, haciendo ver claramente a todos el poder de YAHWEH. 9Los ojos del impío hervían de gusanos, y aún con vida, en medio de horribles dolores, la carne se le caía a pedazos; el cuerpo empezó a pudrírsele, y era tal su mal olor, que el ejército no podía soportarlo. 10Tan inaguantable era la hediondez, que nadie podía transportar al que poco antes pensaba poder alcanzar los astros del cielo. 11Entonces, todo malherido, bajo el castigo Divino que por momentos se hacía más doloroso, comenzó a moderar su enorme arrogancia y a entrar en razón. 12Y como ni él mismo podía soportar su propio mal olor, exclamó: “Es justo someterse a Elohim y, siendo mortal, no pretender ser igual a El.” 13Entonces este criminal empezó a suplicar a Elohim; pero Elohim ya no tendría misericordia de él. 14Poco antes quería ir a toda prisa a la ciudad Kadosh, para arrasarla y dejarla convertida en cementerio, y ahora prometía a Elohim declararla libre; 15hacía poco juzgaba a los Yahudim indignos de sepultura, y buenos solo para servir de alimento a las aves de rapiña o para ser arrojados con sus hijos a las fieras, y ahora prometía darles los mismos derechos que a los ciudadanos de Atenas; 16antes había robado el Templo Kadosh, y ahora prometía adornarlo con las más bellas ofrendas, y devolver todos los utensilios Kadoshim y dar todavía muchos más, y atender con su propio dinero a los gastos de los sacrificios, 17y, finalmente, hacerse él mismo Yahudi y recorrer todos los lugares habitados proclamando el poder de Elohim. 18Como sus dolores no se calmaban de ninguna manera, pues el justo juicio de YAHWEH pesaba sobre él, viéndose en una situación desesperada, escribió a los Yahudim una carta que tenía el carácter de súplica y que decía así: 19“El rey y jefe militar Antíoco saluda a los Yahudim, excelentes ciudadanos, y les desea salud y bienestar completos. 20Deseo que ustedes y sus hijos se encuentren bien, y que todo marche según ustedes lo desean. Con la esperanza puesta en Elohim, 21guardo un cariñoso recuerdo de las muestras de respeto y afecto que de ustedes he recibido. Al volver de la región de Persia he contraído una grave enfermedad, y así he juzgado necesario preocuparme por el bienestar de todos. 22No es que yo esté desesperado de mi estado; al contrario, tengo muchas esperanzas de poder sanar de esta enfermedad. 23Sin embargo, recuerdo que mi padre, siempre que emprendía una campaña al este del río Eufrates, designaba a su sucesor, 24para que, si sucedía algo inesperado o corría un rumor molesto, sus súbditos estuvieran tranquilos, sabiendo quién había quedado encargado de los negocios. 25Sé, además, que los jefes vecinos de nuestro país están esperando una ocasión propicia, y que aguardan lo que pueda ocurrir. Por eso he designado como rey a mi hijo Antíoco, a quien muchas veces, cuando recorría las provincias del este del Eufrates, dejé al cuidado de la mayoría de ustedes. A él le escribí la carta que se copia más adelante. 26Ruego, pues, encarecidamente a cada uno de ustedes que, recordando los beneficios, tanto generales como particulares, que de mí han recibido, guarden para con mi hijo las mismas buenas disposiciones que han tenido para conmigo. 27Estoy seguro de que él seguirá mi línea de moderación y benevolencia, y será condescendiente con ustedes.” 28Así pues, este asesino, que injuriaba a YAHWEH, terminó su vida con una muerte horrible, lejos de su patria y entre montañas, en medio de atroces sufrimientos, como los que él había  hecho sufrir a otros. 29Filipo, su amigo íntimo, transportó el cadáver; pero, como no se fiaba del hijo de Antíoco, se refugió en Egipto, junto al rey Tolomeo Filométor. Purificación del Templo (1 Mac 4.36–61)